Lucy se encontraba buscando algo en su casa, algo para las visitas... ¿que visitas? quien sabe.... ¿que cosas? ni idea... ella solo buscaba...
Encontró sobre la cama un niñito, que la lleno de ternura y la hizo sentirse feliz, lo tomo entre sus brazos y se dio cuenta que aunque era un niñito de cerámica, transmitía mucha paz... y así,sonriendo camino por su casa hasta llegar a las escaleras, aparentemente había encontrado eso,eso que quería compartir.
Al llegar a las escaleras se sentó a la mitad de ellas, admiro al pequeño niño, quien de pronto ya no era un niño de cerámica si no de carne y hueso, un niño de verdad que se movía y jugaba con sus manitas acariciándole la cara....
se quedo impresionada pero sentía una felicidad enorme de jugar con ese niño,
al levantar la mirada descubrió en la pared de sus escaleras una gran custodia, que tenia dentro nada mas y nada menos que al mismísimo Dios, como anonadada se quedo viendo esa custodia, mientras sentía las manitas del niño agarrándole la cara, de pronto esa custodia comenzó a hacerse mas grande y a mostrar mas claramente lo que guardaba, todo su alrededor era de oro... todo brillaba, de pronto aparecieron unas llamas de fuego alrededor de ella, que no espantaban si no al contrario hacían sentir una gran paz. Mientras admiraba lo sucedido, comenzó a darse cuenta de mas detalles, un par de hermosos ángeles de oro custodiaban a Dios... arrodillados, alabando, pero sobre todo brillando, brillando junto con las llamas de fuego, brillando junto con la custodia, brillando justo al rededor del mismísimo Dios… efectivamente el que brillaba era El.
El momento era simplemente perfecto, no se sentía mas que paz y amor en el aire, y sobre todo una inmensa felicidad.
Pero de pronto Lucy recordó algo.... tenia prisa, tenia que bajar, tenia que seguir y atender a sus visitas, se despidió de prisa de aquella maravilla y bajo las escaleras hasta llegar a donde estaban las demás personas, siguiendo el día como si nada hubiera pasado....
poco después Lucy despertó... sonriendo, sintiendo la misma paz que la cubría, recordando cada detalle, y agradeciendo ese hermoso regalo, pero preguntándose a si misma ¿Por qué me fui? ¿Por qué todo lo demás fue mas importante?
